Los manipuladores
MANIPULACIÓN
Antes de proceder a determinar el significado del término manipulación que nos ocupa, queremos dejar patente cuál es el origen etimológico del mismo. En concreto, podemos exponer que emana del latín, y más exactamente del vocablo manipulus, que venía a emplearse para referirse a aquel comando militar que era “manipulado” o dirigido por un mando determinado.
Manipulación es la acción y efecto de manipular(operar con las manos o con un instrumento, manosear algo, intervenir con medios hábiles para distorsionar la realidad al servicio de intereses particulares).
Por ejemplo: “En el laboratorio trabajamos con elementos peligrosos: la manipulación de los objetos de trabajo tiene que hacerse con mucho cuidado”, “La manipulación de los ácidos generó serios problemas en mi salud”, “No te dejes engañar, tu padre es un experto en la manipulación de las personas”.
1. Te hace sentir culpable y no sabes por qué
Un maestro de la manipulación acude a la victimización constantemente. Es muy probable que tengan un “trauma tipo comodín”, es decir, algún episodio difícil de su vida que siempre expone como justificación para lo que hace de manera incorrecta.
La “infancia difícil”, los “hijos ingratos”, la “mala suerte” y otras fórmulas por el estilo son sus favoritas. Lo que los descubre es que exhiben con cierto orgullo esas cicatrices emocionales y hasta terminan ufanándose de ellas.
Si, por ejemplo, les reclamas por su falta de consideración, te responden diciendo algo como “tú te enojas porque no soy detallista, pero yo tuve que soportar un padre que me abandonó cuando tenía tres años.” Así, te desarman con sus traumas. ¿Quién va a ser tan insensible como para hacerle reclamos a alguien que trae encima semejante pasado? Así es su juego.
2. Te amenaza con sutileza
Amenazar indirectamente es una de las tácticas más recurrentes entre los manipuladores. La han usado y la siguen usando desde los grandes líderes hasta los pequeños tiranos domésticos, pasando por avezados publicistas. Esta táctica consiste en prever el peor desenlace posible como consecuencia de alguna de tus conductas.
“Si sigues comiendo de esa manera, en 6 meses estarás como una ballena”. No quieren que comas y probablemente no tienen argumentos para certificar lo que dicen, simplemente desean que no actúes así. Tal vez les molesta lo feliz que eres al comerte un helado, o creen que gastas demasiado dinero en comida. No te dicen abiertamente lo que piensan, sino que se limitan a anunciarte una hecatombe.
3. Descalifica lo que haces a través de sarcasmos
Si algo detesta un maestro de la manipulación es la comunicación directa. “No te dicen perro, sino que te ofrecen un hueso”, dice el refrán popular. Por lo general, utilizan el sarcasmo para ridiculizarte o minimizar el valor de tus pensamientos, sentimientos o acciones. El manipulador quiere que los demás se sientan inseguros e inferiores.
Un ejemplo de esto es cuando te envían un mensaje aparentemente amable, pero que encierra un contenido bastante agresivo: “Tal vez si leyeras un poco más podrías tener amistades más selectas”. Traducido quiere decir: “Eres una persona inculta y por eso tus amigos son unos pobres diablos”.
La víctima del manipulador llega a veces a creer que este tipo de apreciaciones son formas de ayudarle a ser mejor. Nada más falso. Cuando alguien quiere ayudar a otro emplea una comunicación directa y sincera. Además, no lo descalifica, sino que le aporta una contribución concreta.
4. Casi siempre es encantador
Los manipuladores típicos saben que “al caballo se le acaricia para montarlo”. Normalmente comienzan su faena mostrándose agradables y maravillosos. Te llenan de halagos y dan muestras de tener gustos exquisitos, conversación súperentretenida y gran “sensibilidad” frente a tus expectativas.
Ese es el primer acto. En el segundo acto, las cosas comienzan a cambiar. Cuando ya te tienen convencido de lo buenas personas que son pasan a actuar, a cobrarte con manipulaciones todo ese despliegue de encanto.
Han lanzado sobre ti una especie de red de seducción y tú quedas como impedido para evaluarlos objetivamente. Verás con buenos ojos lo que hacen y aunque de cuando en cuando te asalten las dudas, esa persona siempre encontrará la manera de recordarte que “no se puede pensar mal de alguien que es en verdad fantástico”.
5. Se autoproclama juez de tu vida
Sin saber cómo, de pronto el maestro de la manipulación se convierte en una especie de “guía espiritual” para tu vida. Son extremadamente hábiles diciéndoles a los demás cómo deben vivir, aunque ellos mismos no pongan en práctica todo aquello que pregonan.
Te dan consejos o te exponen grandes máximas filosóficas. Te indican lo que debes hacer, paso por paso. Si no resulta, te culpan a ti. Él te dijo lo que debías hacer, allá tú si no seguiste al pie de la letra las indicaciones que tan generosamente te ofreció.
Un buen amigo, un buen consejero, no te dice lo que debes hacer. Más bien te ayuda a que tú lo descubras, porque cada quien es diferente y la respuesta que es válida para “A”, quizás no lo sea para “B”. Quien te quiere bien, te quiere libre, no dependiente.
6. Es hábil para hablar y también para cambiar de tema
Los maestros de la manipulación suelen ser también maestros en el arte de la palabra. Utilizan discursos floridos y fluidos. Tienen siempre a mano algún argumento sorpresivo o ingenioso, aunque se base en la mentira.
Si te ridiculizan, diciéndote por ejemplo “Con ese vestido te ves como un pingüino” y te molestas, enseguida añadirán “Lo siento, no pensé que fueras tan sensible a las bromas”. Sí o sí, ellos ganan siempre. Son unos magos para hacerse los tontos.
Si los confrontas, probablemente no te responden. Desvían la conversación hacia otros temas y cuando menos te das cuenta, están hablando de asuntos que nada tienen que ver con lo que le reclamaste inicialmente.
7. “Voltea la torta” con facilidad
“Voltear la torta” quiere decir que ellos rompen el vidrio, pero eres tú quien termina pagándolo y ofreciendo todo tipo de excusas.
Un ejemplo muy clásico de maestro de la manipulación es el marido al que su mujer ha pillado siéndole infiel. Cuando la mujer saca la factura del motel que encontró en un bolsillo, él se enfurece y le reclama por fisgonear en sus objetos personales. Le lanza una larga perorata sobre la importancia de la confianza en una relación y sobre el respeto de los espacios.
Al final, la mujer se siente tan equivocada que termina pidiéndole perdón por ser tan “controladora” y el tema de la infidelidad acaba pareciendo un malentendido que jamás habría tenido que producirse.
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